A Camila
Para Camila todo era
felicidad. Con sus once años se bebía la vida de un sorbo. Se despertaba por
las mañanas con su mejor sonrisa. Tomaba la leche comiendo pequeños trozos de bizcochuelo
mientras se colgaba de sus sueños. Era simpática y el amor lograba atraparla
cuando pensaba en su compañero de clase. Me encantaba verla, acompañarla, ser
cómplice de sus sueños. Volver a vivir los míos.
La caminata hacia la
escuela era fantástica. Las ruedas de la mochila parecían romperse sobre las
calles, ese ruido era la melodía que nos acompañaba y nos distraía mientras
hacíamos planes para la salida del colegio.
Un tiempo esperanzador y
sin límites. Un retazo de inmenso amor, un
vínculo sutil que florece desde el primer minuto de vida, el oxígeno que
te devuelve las ganas de seguir viva para siempre.
Copyright © 2012. ® Claudia de Angelis. Todos los derechos reservados—
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