Metamorfosis
El ruido de la llave en la cerradura la hizo pensar.
Entró y dejó la cartera sobre la cama. Mientras se desvestía
entendió aquella sensación de su cuerpo. La ropa se deslizaba por su piel,
soltándose, abandonándola del mismo modo en el que ella había aprendido a
soltar, a desatar, a desceñir aquel amor que la había mantenido sujeta a lo que
alguna vez imaginó que sería distinto de su realidad.
Después de un año comprendía que había desatado un nudo que
la tenía presa, atada de manos y sentidos.
No faltaron las lágrimas, pero la risa se manifestó con mayor
intensidad.
Era tiempo de ordenar en soledad sus deseos, sus ganas, su
libertad.
Algo aprendió en su primer año de separada: el camino hacia
ella y el significado literario del verbo soltar: “Desatar, dejar ir a lo que
estaba preso”.
Se puso de pie, caminó despacio hacia el baño, abrió el grifo
y esperó que el vapor empañara el espejo, cuando ya no pudo verse en él se
metió en la bañera y tomó la ducha. Se lavó los recuerdos y los olvidos. Mudó
su piel como lo hace la mariposa cuando pasa de larva a crisálida, envolvió su
corto cabello en una
toalla y salió hacia el cuarto.
Tenía la sensación de haber abierto la puerta de una
jaula….se liberó.
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Claudia de Angelis. Todos los derechos reservados—