En el mes de octubre, participé en un concurso literario de la Fundación Diagnóstico Maipú, en la semana del Cáncer de Mama...Esta vez mi cuento "El destino de Mercedes" tuvo una mención.Experiencia conmovedora, tarde de aprendizaje y muchas ganas de seguir conquistando otros campos de la vasta literatura...
En enero del año 2012, me anoté en un taller a distancia que sigo cursando en la actualidad.....
Sueños cumplidos, caricias en el alma, y cuentos para leer!!!!!! y mucha felicidad para compartir!!!!!!
Una
mujer con sombrero
En
la sala decorada por telas de diversos colores y paredes de ladrillo, el atril parecía ser el gran protagonista de las
escenas que una a una se sucedían, cuando Bautista comenzaba a crear.
Bautista
tenía cincuenta años y amaba pintar, era un artista reconocido y la fama le había
llegado el día en el que su obra, “Una mujer con sombrero”, había sido reconocida con una
distinción en el museo de arte contemporáneo.
Aquella
obra única, colorida, sutil y poética derrochaba un placer visual intenso pocas
veces reflejado en una pintura.
Cada
vez que Bautista la miraba, recordaba con precisión las pinceladas de sentimientos
que sin duda había dejado translucir en ella sin imaginar cuál sería su trágico
final.
Aquel
día el intenso frío había intentado postergar el bello desnudo de Beatriz, su
musa inspiradora, pero ni la nieve de la carretera ni el viento, habían
impedido que la muchacha llegara con puntualidad a cumplir con su trabajo.
—Hola
— dijo Beatriz, todavía con el abrigo puesto.
—
¡Viniste!— respondió exaltado Bautista, como sin poder creer que toda aquella
hermosura estuviese esperando frente a él para quedar eternizada en la tela.
—
¡Claro, ¡en eso habíamos quedado!
—aclaró Beatriz y con un gesto sutil, caminó hacia el biombo para
despojarse de la ropa y posar.
Aquella
tarde, la música clásica parecía reproducirse también sobre el lienzo en el
que Bautista dejaba la impronta de sus
dedos cada vez que necesitaba ordenar un trazo de color.
Beatriz
parecía serena y tenía una expresión tan bella en el rostro que el maestro no hacía más que mirarla,
atraído por su encanto casi enloquecedor.
El
estaba feliz no sólo porque amaba lo que hacía, sino porque estaba enamorado de
su musa.
Pero
ella, era una muchacha joven, altanera, codiciosa y sólo buscaba sacar un
rédito de su trabajo, nada le importaba más que ser la modelo de un artista
famoso porque sabía que a través de la pintura alcanzaría fama y prestigio.
Sin
embargo aquella tarde en la que los colores, la paleta y las telas estaban a
punto de develar la obra, el clima ameno lograba malograrse con el sonido
insistente de un timbre, que se escuchaba como un presagio.
—
¿Qué pasa maestro?— exclamó la muchacha algo nerviosa.
—
¡No lo sé!— dijo él— y se dirigió a la puerta para mirar a través del postigo.
Mientras
caminaba, sintió que algo cambiaba en el atelier, la luz parecía esfumarse y la
música sonaba de modo ensordecedor, cuando el maestro abrió el postigo, quedó
perplejo, el hombre que se encontraba del otro lado de la puerta, le mostró un
arma y le dijo:
—
¡Abrí la puerta rápido o te mato!—
Bautista,
tembloroso dio vuelta la llave y no alcanzó si quiera a balbucear el nombre de
su musa cuando un golpe por la espalda lo dejó inconsciente y lo desplomó
contra el piso.
Beatriz
ya cambiada corrió dónde yacía el cuerpo, y después de asegurarse del desmayo lo
empujó con su pie hacia un costado del cuarto, abrió la puerta y abrazó al
hombre que estaba del otro lado esperándola, todavía con el arma en la mano.
Los dos habían planeado aquel ataque con
mesura para robar, mientras Bautista continuaba todavía inconsciente.
Después
escaparon dejando la puerta de calle entreabierta y algunas telas dispersas
sobre los sillones del atelier.
Esa
tarde, del mes de junio, el óleo de una mujer desnuda con sombrero, había
sido el único testigo de lo ocurrido y
cada vez que Bautista miraba su obra no podía hacer menos que recordarlo.
Copyright © 2012. ® Claudia de Angelis. Todos los derechos
reservados—
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