Ese día era distinto a todos. La rutina estaba fuera de juego y ella sabía que las horas y los minutos tenían otra dimensión. Parecían eternos cada vez que acostada entre las cobijas, descifraba que para el lunes faltaban cuarenta y ocho horas. Se alegraba de saber que pasaría parte de ese tiempo, haciendo lo que quería y le gustaba. Abandonar el uniforme y los zapatos de taco era como tocar el cielo. Miró desde su cama hacia el ventanal, el color gris matizaba la mañana que aún continuaba en silencio, dormida. Se acomodó en la cama, tenía ganas de volver a conciliar el sueño, pero los intentos fueron en vano. Se desperezó, sintiendo que sus músculos hasta los que desconocía, se estiraban logrando otorgarle una sensación de bienestar pocas veces percibida. Volvió a mirar hacia el cielo, la tibieza del color gris, la conectó con sus sentidos, con sus ganas, con ella...
Claudia De Angelis💜
